corre que camino
Me levanté con ansias de seguir. Corrí temprano para aprovechar el día y abrí mi libreta, escribí: “le digo a usted –que tanto prohíbe- no se asegure, aquí todos ganamos, usted y yo, pero la diferencia es que yo le gano a lo imposible”. Caminé hasta donde los sueños siguen. Recostado en el pasto miré al cielo, a la gente que pasa y vive, los que vivieron y los que se aproximan a vivir, sin saber lo que se siente. Me acerqué al río y miré mi reflejo… “estoy más viejo” pensé, cada vez quedaba menos, pero todo era una suma. De a poco se acercaron unos ancianos y rápidamente comenzamos una conversación como si nuestras almas se hubiesen enlazado a la vista, conociendo todo nuestro pasado a la perfección; sin duda, estábamos conectados. De pronto todo pareció tan sencillo y claro, respondiendo mis inquietudes, sin que ellos siquiera las conocieran. Me sentí listo para enfrentarla. Esperé a que la tarde pasara, pacientemente. Aunque, debo reconocer, que todo tenía un color distinto…