Cuento s100

La comida tiene que ser a las seis de la mañana, salimos corriendo para llegar rápido y nos quedamos siguiendo a tus casi-amigos en el parque, volvemos, miramos por el balcón el ajetreo de nuestra esquina y comida de nuevo. Nos acostamos e interrumpes mi paz ocupando el espacio, haciendo que ya no pueda trabajar. Con tu grito despierto y me doy cuenta que solo era el vecino llegando a casa. Siendo de noche nos preparamos para ir a la cama, siempre lo mismo, pero no me molesta esta rutina; me gusta contar que mi jefe es mi perro.

Entradas populares de este blog

Restar

Exigir

la pena